Las increibles aventuras de marcianito luminoso!

martes, febrero 27

Y asi fue como paso todo.

Despues de aquella noche fatal, los rayos de luz llegaban a mi como la mayor de las increibles satisfacciones. No habia en el mundo fuerza capaz de contenerme, no habia en la tierra hombre, animal o maquina que me desanimara.

No habia poder capaz de evitar armar mis cosas y partir enseguida.

Claro, era una mañana fantastica. El sol inundaba victorioso todas las sombras que durante la noche se creian tan permanentes… pero no… ahí estaba yo, vivito y coleando, dispuesto y con la frente en alto al horizonte.

Ni siquiera los 20 minutos que me demore tratando de guardar la carpa me opacaron el animo, nada importaba, era…

… debo decirlo…

… invencible.

Empaque todas mis cosas, tome mi bicicleta, y con la musica de corazon valiente, comence nuevamente mi camino.

Llevaba 2 minutos con 30 segundos de victoria indiscutida cuando de repente…

…Todo volvio a ser una mierda.

Claro, obvio, una rueda menos… el poco aire que quedaba encerrado dentro de la rueda se habia terminado de salir, y andar en esa bicicleta, equivalia a viajar con ruedas de piedra.

Echando garabatos, difamaciones y sacrilegios, tire todo al suelo, saque furibundo mis herramientas y le dedique 5 minutos de mi tiempo a parchar la endiablada rueda que echaba afuera todo el aire que trabajosamente le metia con mi inflador.

5 minutos me demore en esa faena. No pensaba dedicarle ni un solo minuto mas a ese tema en cuestion. Me reconfortaba pensando en lo que me habia dicho aquel aldeano local, que me habia afirmado con no poca seguridad, que en el trayecto que me quedaba solo venia una o dos subidas, y luego solo bajadas hasta llegar a Reigolil.

Una cosa de dos horas en bicicleta me dijo.

Me dijo el muy imbecil.

Porque si lo hubiera visto de nuevo, no se habria salvado del juramento que me hice a mi mismo de sacarle todos los dientes y meterselos por el ano para que aprendiera a comer alrevez.

En fin, me mantenia sonriente aun, cuando aparecio la primera subida.

Según Cristóbal estabamos a 400 metros sobre el nivel del mar… una basura. Pero los metros comenzaban a aumentar en una forma escandaloza.



Ya llevaba 3 horas empujando la bicicleta en una subida infernal, y habia avanzado solo 2 kilometros!!!!

Después de cada vuelta, yo me decia a mi mismo… ahora si que viene la bajada…

Y nada!!!!

No puedo quitarle merito al ambiente, miento si digo que el lugar no era el mas hermoso que pudiera pintar el mejor paisajista de todos los tiempos. Mentiria si digo que ni siquiera en un sueño podria inventar en mi mente un lugar mas fantastico que ese.

En esa subida de mierda.

700 metros, 800…

Y yo empujando mi bicicleta a pie. El frescor matinal de las 9 de la mañana dio paso a un calor indecente y subtemporal de categoría apocaliptica de las 2 de la tarde. Como era sacarle carrera a un cerro, y un cerro enorme, los rios, si es que habian, estaban muy muy por debajo, y solo con mucha atención, quiza se podria haber escuchado a lo lejos el murmullo que hace el agua entre las rocas.

Pero agua alla arriba, ni hablar.

Solo bosques, y bosques, y bosques impenetrables, indomitos e intocables. Bosques profundos que se hacian amablemente a un lado, para que un puñado de carajitos se creyeran fuertes por haberles robado un poco de tierra para fabricar un camino.



De momento, la mayor preocupación era el agua. Teniendo en cuenta que no habia de donde obtenerla. La tasa de tragado de agua era considerablemente alta, y no tenia ni idea cuando iba a poder conseguir mas. De los dos litros de agua fresca, corriente, oxigenada y helada que habia recogido durante la mañana, solo me quedaba un poco menos de medio litro de agua caliente, vaporosa y fermentada.

Pero era todo lo que habia.

Cuando se acabaron los arboles, me di cuenta que estabamos en la cima. Reviso el altimetro, 900 metros de altura.

Ya estamos arriba del cerro, no se puede subir mas. Para seguir subiendo, tendrian que construir el camino en pilares, pero no.

Inexplicablemente después de la siguiente vuelta, seguia la subida.

Ya era tarde, quizas las 3 de la tarde. El calor ya habia acabado conmigo, y el hambre, me empezaba a pasar la cuenta. Era demasiado el esfuerzo bajo un excesivo calor, como para haberme mantenido en pie con lo comido la noche anterior… y me empezo a dar.

… la chiripioica.

La chiripiocica es un síndrome que sufro frente a una demanda excesiva de energia bajo fuentes de precaria o escaza alimentación. Es un conjunto de signos que incluyen debilidad generalizada, temblor muscular, taquicardia, taquipnea, tension nerviosa, muscular, y en casos extremos, paralisis y muerte.

No, no… aun no he sufrido la muerte, pero algo me dice que no voy a ser el primer ser humano en no morirse.

Entonces que es lo que debo hacer frente a la chiripioica?

Comer, y comer cueste lo que cueste.

Pero no tenia agua suficiente para hidratarme y cocinar, y no podia sacrificar el hidratarme. Una persona puede pasar varias semanas sin comer, pero sin agua muere entre 4 a 6 dias.

No podia usar lo poco de agua que me quedaba.

Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. A los 1100 metros de altura, la pendiente se estabilizo, y dio paso al bosque mas fantastico que nadie puede imaginar.

Faltaban solo los unicornios. Quiza merlin o la bruja del bosque. Pero el que no los haya visto no quiere decir que no estuvieran ahí. Estaba demasiado debil como para tomar una fotografia, pero tiré mi bicicleta a un lado, y con la poca fuerza que me quedaba, abri un bolsillo de donde saque triunfal, una lata de atun.

Una lata de atun es la solucion… debia serlo. Pero antes de comerla hay que recordar un par de cosas importantes: Hay que abrirla.

Y con las porquerias de abrelatas que trae una cortaplumas, aunque sea de la swiss army, o de la royal marine, o de la armada japonesa, es un desastre abrirla en una forma relativamente normal.

La intencion no daba para tanto, asi que abri lo que pude, y luego me trague todo lo que habia adentro. Restos de pescado desmenuzado, con pedazos de hueso, colas y lo que fuera que estuviera dentro de la lata paso directamente a mi estomago… incluido el aceite en el que venia.

No estaba con menudeces como para regodearme, y botar el aceite hubiera sido un lujo que no me podia dar.

Quiza fue efectivo, o quiza el efecto fue psicologico, pero pude volver a pedalear. Ya no habian subidas, pero tampoco bajadas. Era un tramo bastante largo de suaves y redondeadas ondulaciones que no terminaba jamas.

Y luego, una pequeña, pequeñita, pequeñisima, insuficiente, intolerable, incipiente, insignificante bajada, pero luego de la apremiante desepcion, un rio.



Y fue ahí, en ese lugar, al medio de un bosque muerto, de arboles quemados hace cientos de años, que nadie se habia tomado la molestia de explicarles que no debian estar en pie, resignados y fieles ante la muerte, donde en un rio, volvi a ser completamente feliz.

Ahí fue donde cocine, nade entre peces que jugaban entre los dedos de mis patas, y lo mas importante, recargue mi botellita de agua.

Ya estaba listo para volver a seguir.

En un cafe, de los muchos cafes que hay en el mundo, en una ciudad, de las muchas ciudades que hay en el mundo, escribo estas lineas... para ti.
:: a las 11:33 p. m., fueron palabras lanzadas a los vientos por Alvaro Roman!!!