Las increibles aventuras de marcianito luminoso!

miércoles, febrero 28

La llegada triunfal a Reigolil.

Luego de aquel rio, solo faltaban 3 o 4 subidas mas, no tan terribles, pero subidas al fin y al cabo. Lo bueno estaba, en que la hora de mayor calor ya habia pasado, y como aquí estaba entre montañas, al sol le cuesta poco desaparecer detrás de un cerro.



Sea como sea, lo peor supuse… ya habia pasado.

Después de un tiempo que podria haber sido interminable, me empece a dar cuenta que se hacia menos difícil pedalear. Me di cuenta porque no pedaleaba nada, y avanzaba igual.

Se me ocurrio pensar que fue porque estaba en una bajada. Hay gente que habla de una extraña fuerza llamada gravedad, pero yo no creo en cosas raras.

Entonces viajaba a velocidades fundamentales, con mi bicicletita esquivando rocas, piedras y agujeros en el suelo. Juntos saltabamos a velocidades ridiculas y siderales, ignorando todo a nuestro paso.

Miraaaa, una cascada!!

A quien le importa… acelera!!

Y asi me perdi cosas maravillosas. En fin, en 10 minutos de bajada, avance unos 11 kilometros, que 6 horas tarde en subir.

La ironia es una cosa de locos.

Dos motivos difícilmente ignorables me impulsaron a seguir acelerando. El primero, y en plena bajada, fue un encuentro cercano, directo y casi fatal, con un Cernícalo.

Y un cernícalo, es una especie de halcon chileno, que juntos con el colibrí, son las unicas especies de aves que pueden mantenerse estaticas en el aire.

Este pajarito tiene una modalidad muy interesante para cazar. Se ubica bien alto en el cielo, y gracias a su magnifica vision, se queda estatico, como un helicóptero revisandolo todo. Y cuando lo encuentra, cierra las alas y cae en picado sobre su presa.



Es un espectáculo… no se como no lo han tomado mucho en cuenta los de la nacional geographic.

En fin, me cruzé con uno de estos, de frente, y la frenada casi me mata. Pero tuve la oportunidad de presentarselos a ustedes.

2 minutos mas tarde, y ya no en bajada, me detuve para recargar el agua en otro bonito rio. Que en resumidas cuentas era el mismo de antes, solo que debajo de las montañas pudimos volver a reencontrarnos.

Aproveche tambien la posibilidad para ciertas cosas.



Según la señal del camino, todavía me faltaban 12 kilometros para llegar a Reigolil, asi que ni pensar en contentarme. La pendiente aun se mantenia, leve leve leve, pero constante. No necesitaba pedalear mucho para avanzar, pero no hacia ningun esfuerzo.

Me encontre de frente con un hombre que venia en una carreta, y tuve la necesidad de preguntarle.

- Señor, me podria decir por favor, a cuanto de aca esta Reigolil?

Y me contesta que estará a unos 5 minutos en bicicleta.

5 minutos!? Pero según el letrero del camino todavía me faltan 11!

Esta gente no sabe nada de las distancias, me dije yo. Y continue en mi bicicleta. Vi desaparecer al hombre y su carreta detrás de una curva, y delante de ella veo un letrero que dice…

Bienvenidos a Reigolil.

En un cafe, de los muchos cafes que hay en el mundo, en una ciudad, de las muchas ciudades que hay en el mundo, escribo estas lineas... para ti.
:: a las 1:49 a. m., fueron palabras lanzadas a los vientos por Alvaro Roman!!!